Marx también sabía que la teoría de ganancia basada en la plusvalía del trabajo es tan incorrecta que si solo hubiese basado su teoría política, económica y social en esta hipótesis no podría haber dado una explicación al éxito del capitalismo industrial y tendría que haber terminado su obra después de las primeras trescientas paginas del Libro I. El mismo Marx insinúa en algunas frases que su famosa teoría principal sobre la explotación era apta solo en un periodo histórico anterior al capitalismo industrial. Así Marx ya presagiaba la conclusión que habría de sacar Engels en 1895 como respuesta a las críticas de Böhm-Bawerk en la que decía que la principal teoría de explotación de Marx era válida solo hasta el siglo XV, periodo en que la economía se basaba en el trabajo manual, pero no en el capitalismo industrial.
El problema de Marx era que no podría seguir escribiendo El Capital después de llegar a la conclusión de que la ganancia es la consecuencia de la explotación de los trabajadores porque su principal teoría no hubiese podido explicar por qué los capitalistas invierten en máquinas y fábricas. Según dicha teoría la ganancia es proporcional al capital invertido en la mano de obra. Por esta razón, la ganancia debería disminuir si el capitalista incrementa el capital invertido en máquinas reduciendo el capital invertido en mano de obra. Tampoco hubiese podido explicar por qué se empeñan los capitalistas en reducir el coste de mano de obra al hacer cada vez más eficiente la producción. Marx estaba seguro de que los capitalistas eran malevolentes, pero, por supuesto, sabía que no eran tontos y estaba seguro de que, al invertir dinero, no tenían la intención de ganar cada vez menos y menos. ¡Al contrario! El motor de los capitalistas era ganar cada vez más y más.
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